La desalinización está en auge, pero se enfrenta a la realidad del agua salada

Este es el primer artículo de una serie sobre Bombas de agua salada. Leer Parte 2
A medida que la población crece y las economías se expanden, ejercen una inmensa presión sobre las reservas mundiales de agua. Según el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2024, 2.200 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a agua potable limpia. El cambio climático amenaza con agravar el problema, con sequías prolongadas que abrasan la tierra en algunas regiones y precipitaciones impredecibles que saturan las infraestructuras y contaminan los recursos de agua dulce en otras zonas.

En resumen, los recursos hídricos ya no son fiables, lo que hace de la seguridad hídrica mundial un problema importante y acuciante. El impacto de la escasez de agua va más allá de la falta de acceso a agua potable segura y fiable. Se calcula que la actividad económica que depende del agua asciende a 86 billones de dólares, según la plataforma de información sobre el mercado del agua Global Water Intelligence. Varias industrias, como las centrales eléctricas, necesitan mucha agua para refrigerarse y la escasez puede perturbar su funcionamiento.
Combatir la escasez de agua
A medida que escasean las fuentes mundiales de agua dulce, la desalinización del agua salada para convertirla en agua potable se perfila como una posible respuesta. Países de todo el mundo recurren cada vez más a la desalinización de agua salada para combatir la escasez de agua y garantizar un suministro sostenible de agua dulce para beber y regar. Debido a su clima árido y a sus limitados recursos de agua dulce, países de Oriente Medio como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar dependen en gran medida de la desalinización para satisfacer sus necesidades de agua. Otros países, como España y Estados Unidos, están invirtiendo en plantas desalinizadoras de agua de mar, salobre y residual. La forma más común de desalinización es la ósmosis inversa. Este proceso de purificación del agua utiliza una membrana semipermeable para separar las moléculas de agua de las sustancias disueltas o en suspensión, lo que supone un proceso de enorme intensidad energética, en el que las bombas contribuyen en una proporción significativa. Por ello, los equipos de bombeo que intervienen en el proceso de desalinización deben ser lo más eficientes posible para reducir el derroche de energía y mejorar la sostenibilidad.

La industria del agua no está sola. Las centrales eléctricas y las plantas químicas e industriales, que necesitan grandes cantidades de agua para su refrigeración, están estudiando cada vez más el uso de agua salada para sus sistemas de refrigeración mediante procesos de desalinización. El agua de mar o salobre desalinizada puede servir como alternativa fiable al agua dulce, garantizando el funcionamiento continuo de una central eléctrica incluso en regiones con escasez de agua dulce.

Preparar las bombas para el agua salada
Sin embargo, el agua salada es muy corrosiva y abrasiva. Tradicionalmente, para los cojinetes de las bombas se utilizan materiales como el bronce, el latón y/o el caucho, que no resisten bien este tipo de entorno operativo.
Puede dañar equipos como bombas en contacto constante con agua de mar, agua salobre, salmuera concentrada y productos químicos de tratamiento. "Las piezas de desgaste tradicionales, de menor calidad, no metálicas o de caucho, de las bombas requieren sustituciones frecuentes debido a los entornos abrasivos en los que funcionan. Además, la salinidad de las zonas costeras hace que el aire circundante sea muy húmedo y corrosivo, lo que causa estragos en la eficacia de las bombas y puede provocar daños, tiempos de inactividad o averías", afirma Greg Gedney, Director de Expansión Industrial de Greene Tweed. Respaldado por sus dos décadas de larga experiencia en tecnologías de bombeo, añade: "La naturaleza abrasiva y corrosiva del agua de mar, el agua salobre, la salmuera concentrada y los productos químicos de tratamiento pueden dañar los componentes de las bombas fabricadas con material tradicional, lo que exige una sustitución más frecuente".

Según Dave Noblin, director de producto de la plataforma SEC de Greene Tweed, "al cambiar a componentes fabricados con materiales compuestos resistentes a la corrosión y la abrasión, como WR® y AR®, los ingenieros de bombas pueden reducir significativamente el coste del ciclo de vida de las operaciones de bombeo al prolongar la vida útil, reducir los costes de revisión de las bombas y los gastos de mantenimiento." Esta selección estratégica de componentes de bombas, explica, "no sólo prolongará la vida útil de los sistemas de bombeo, sino que también allanará el camino hacia un futuro más sostenible."
(Una versión de este artículo se publicó anteriormente en Hydrocarbon Engineering Magazine)